El fantasma del rosario by Marisa Vicentini

El fantasma del rosario by Marisa Vicentini

autor:Marisa Vicentini
La lengua: spa
Format: epub
editor: Cangrejo Editores


La urgencia por despertar y tomar agua. Axel tanteó con la mano hacia la derecha de la cama, pero sólo encontró el espacio vacío de las sábanas frías. Sin embargo, él estaba oliendo a Micaela, el aroma de su pelo, el rastro de su perfume, su aliento. Intentó levantarse, pero su cabeza golpeó contra algo que estaba encima de él. Ya totalmente despierto empezaba a sentir que en su cuerpo la sangre se aceleraba. El aire que respiraba estaba viciado. Estiró la mano calculando la distancia hasta la lámpara en la mesa de luz. Consiguió manotear el cable y luego la tecla del interruptor. Por unos instantes tuvo la ilusión de que lo que fuera que estaba sucediendo se acabaría tan pronto se prendiera la luz, pero no sucedió así. Lo primero que vio fueron los ojos, sobre los suyos y las venas azuladas que se revelaban inflamadas debajo de la piel del rostro de Micaela que estaba flotando en el aire a no más de diez centímetros sobre él, sus cuerpos paralelos, los brazos en cruz, las manos torcidas de manera que los dedos parecían agarrotados, como las patas de un gallo, casi un gesto defensivo. Ella era lo mismo que una figura de cera, las facciones duras, detenidas en ese instante, los ojos de maniquí, la boca estática en una mueca de asco. Axel, al ver que no podría salir del mínimo espacio entre el colchón y el cuerpo de Micaela, trató de deslizarse hacia un lado, pensando en caer al piso y huir. Su respiración agitada era el único sonido que percibía. Apenas realizó el primer intento ella reaccionó hundiéndole los dedos en la clavícula con la fuerza de un monstruo. Axel gritó de dolor, gritar era que era lo único que podía hacer. Entonces Micaela habló con una voz ajena:

—Ella lo entregó en el cajón blanco.

Axel gritó de nuevo y Micaela se desplomó, cayendo sobre él a los manotazos y dando aullidos como un animal rabioso. Él la empujó con tanta fuerza que la hizo rodar al piso, cosa que supo por el ruido que hizo al caer, ya que la oscuridad en la habitación era más densa que nunca y mientras pensaba en cómo salir de allí se preguntaba en qué momento se había apagado el velador. Estaba totalmente desorientado de pie en algún lugar de la habitación. La llamó tres veces en voz baja, trataba de ubicarla en la oscuridad, todos los sentidos en alerta, pero la mente como en un limbo. Dio unos pasos, intentó llegar a la llave de luz y estaba cerca de conseguirlo cuando tropezó con el cuerpo de Micaela que, atravesado en el vano de la puerta, parecía de plomo. Consiguió, antes de caer sobre ella, tocar la tecla y la luz, como evanescente, parecía no tener potencia, tanto se encendía como se apagaba, iluminando la cara demacrada de Micaela que miraba al vacío sin entender nada de lo que estaba pasando. Al rato empezó a llorisquear y a pedir agua.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.